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INVIERNO

El gris del cielo, en esta tarde de invierno, lluviosa; se refleja en mis ojos, cual fiel espejo. Y es que en mi alma también es invierno desde que te has ido. Y esperando tu regreso, no veo más que los vidrios empañados, de este corazón desahuciado.

Ni siquiera debo llamar al recuerdo, pues apareces a cada momento; como si fueras el más radiante espectro, que pronto aparecerá con su cuerpo.


Ni siquiera siento tristeza, pues cada lágrima derramada no es más que de alegría, aunque no estés; ya que contigo, todo era bello.


Revivo día a día, esos días que eran mi alegría. Y es que realmente siento que los revivo, en este alucinante silencio; a veces cortado por el suspiro, que no es más que una caricia, pero tuya.


Me pierdo por completo en mis adentros, como soñando despierto; recordando cada gesto, cada sonrisa, incluso aquellos enojos… Y me pierdo en llanto, con aquellas tiernas palabras, que tus labios dormidos, le decían a mis oídos, en secreto.


Y en ese profundo trance, grito al viento tu nombre; y esas mismas palabras, que soñando me decías; exigiéndole que espere por tus sueños. Ya que yo estoy sin consuelo. Estoy en duelo.


Las horas se vuelven eternas enemigas, ya que parecen perdidas. No se adelantan, ni siquiera caminan; están, pero dormidas.

Y vuelvo a despertar a mi tiempo. Ya que no estaba dormido, solo perdido; pero dentro mío. Esperando que afuera por lo menos, no sea invierno. Más es inútil, y sigue lloviendo.

Ni siquiera pude descubrir, ese momento, en que el día llegó a su fin.


El negro del cielo, en esta noche de invierno, lluviosa; empaña los vidrios, de este corazón herido. Y es que en mi alma también es invierno, desde que te has ido…


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